En estos últimos meses (de diciembre 2013 a enero de 2014)
se comienza a dar un boom
en la prensa nacional con el tema eslamero
primero por el cierre del ciclo 2013
por el equipo eslamero de Tinta Permanente y el equipo rojo... que... básicamente soy yo, cof cof
esta nota de
que publicó en el periódico REFORMA fue la segunda
en esa semana
(la primera, una nota sobre el último eslam de poesía en la Estela de Luz)
y luego el boom con el Macroeslam en Casa del Lago en enero
abriéndose así un nuevo capítulo de la escena chilanga
(sobre todo por el hecho de que entra en el mapa de las grandes ligas culturales
los terceros organizadores de eslams ya en vías de organizarlos periódicamente, me refiero a la banda del Circo Literario, por supuesto)
pero ojo, que para que se diera eso
acá están los primeros dos equipos hablando:
LA POESÍA ESTÁ EN LA CALLE
LA POESÍA ESTÁ EN LA CALLE
miércoles 18 de diciembre de 2013
A "Ewor" no le toma ni 20 segundos instalarse en el escenario:
sube de un salto, se deshace del pedestal, toma el micrófono y cierra los ojos, comienza.
sube de un salto, se deshace del pedestal, toma el micrófono y cierra los ojos, comienza.
"Firme, desde el origen, voluntad dirige, rige, elige su sentido, surge por el motivo de lo vivo, es fuerza que sustenta el movimiento, lo activo; cada paso individual suena a un trayecto colectivo, un tesoro nada vale si se mantiene cautivo", expresa fuerte, prosódico.
"Ewor" (Jonathan Olivares, 1989), dice sus versos en un patio del Antiguo Colegio de Medicina, en el Centro Histórico, donde participa en un "eslam", palabra castellanizada que nombra la apropiación mexicana de los slams estadounidenses, competencias de poesía en voz alta urdidas en la década del 80.
Con variaciones que dependen del organizador, un eslam tiene reglas básicas: hay un conductor que administra el micrófono, cada poeta tiene cerca de tres minutos en el escenario, del público surge un número reducido de jueces y hay una última ronda de finalistas.
A decir de Rojo Córdova (México, 1986), poeta y notorio impulsor de los eslams en el País, la contienda del Antiguo Colegio de Medicina, que ganó "Ewor", fue sólo uno de los -quizá- 20 eslams que se organizaron este año, tan sólo en el Distrito Federal; el año pasado, hubo 40 en todo el País.
Sentado en una banca del Centro de Cultura Digital de la Estela de Luz, tras el último eslam del año que "curó" en ese lugar, Córdova habla sobre su misión autoimpuesta, que considera alfabetizadora, vasconcelista incluso.
"En el momento en el que yo estuve en ese primer eslam, en 2008, yo encontré una causa. Yo vengo de las letras, de Letras Hispánicas de la UNAM, y siempre estaba como deprimido por el hecho de que se acumulara tanto conocimiento, pero no se compartiera. Yo era así de: '¿y qué vamos a hacer con esto, siendo tan listos?'", cuenta.
Tras su estreno en el escenario, tres años después del primer eslam mexicano, que fue organizado en 2005 por Katia Tirado, Tiosha Bojórquez y Édgar Khonde, Rojo Córdova decidió cubrir todos los frentes del movimiento: es intérprete, maestro, promotor y antologador.
"En un País en guerra, con el segundo lugar de muertos, debajo de Siria, hacer un evento como los eslams, donde uno escucha al otro, es revolucionario", asegura sobre las competencias a las que ahora llegan 70, 80 personas.
Además de los eslams que ha organizado, Córdova imparte talleres que combinan la improvisación en rima y verso con el performance, en lugares como la Fonoteca Nacional, la Biblioteca Vasconcelos y la Casa del Lago, además de recintos en otros estados, para acercar a la gente a la poesía.
"Estamos preparando el lugar para el primer Renacimiento mexicano eslamero. A nosotros nos tocó llegar a decirles 'existen los pinceles'; yo veo a Ángel (Plata) y digo, 'Ahí viene Da Vinci", vaticina, sobre un alumno suyo de 11 años que ya se incorporó al circuito de eslams.
Cuando dice "nosotros", Córdova habla de sí junto a Tinta Permanente, proyecto de Luis "Baeth" Paz (México, 1986), Erick "Zikel" Fiesco (México, 1989) y Ewor, también organizadores constantes de eslams.
"El poeta no es este personaje viejito, con un saco roto, un libro viejo, debajo de un árbol, todo casposo, introvertido, ¿no? El poeta tiene mil formas", asegura Fiesco.
Cuando hablan sobre su trabajo, ambos presumen con más esmero la variedad de asistentes que han llegado a sus eslams (poetas, raperos, 'palabreros', niños y amas de casa), que los lugares donde los han organizado, como la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Entre Rojo Córdova, Tinta Permanente y otros colectivos, como Circo Literario, los eslams poco a poco han tomado calles, facultades universitarias, bares, espacios de arte alternativo y recintos ya consolidados; el último de este año ocurre en la Universidad del Claustro de Sor Juana hoy mismo, a las 16:30 horas.
"Lo que hay es un espacio de creación en libertad que tenemos que aprovechar todos aquellos que seguimos pensando que el mundo, entre otras cosas, vale la pena gracias a la poesía", afirma Sandra Lorenzano (Buenos Aires, 1960), escritora y vicerrectora de la universidad.
"Son poetas que no le temen a las palabras, que están muy vinculados a su entorno, a su contexto, creo que eso es algo muy destacable de la poesía de las calles en México", concluye.