Escribe Juan Pablo Jauregui:
"Adentro de mi sopa de nopal hay una tina diminuta y en ella va remando con una pértiga de trajinera Javier-Caronte. Su voz tamaño hormiga se hace grande porque me suena desde dentro del cráneo hasta la punta de los dedos.
Javier-Caronte:
Entonces no se trata de mí, ¿no? ¿Se trata del Rojo?
Yo:
No sé, poeta difunto. Creo que a estas alturas se trata de mí.
Javier-Caronte:
No todo se trata de ti. No eres el centro del mundo.
Yo:
Ya sé, barquero. Yo también he ido al psicoanalista. Ya me explicó eso y lo de los sueños recurrentes.
Javier-Caronte:
¿A poco sí muy al tiro? ¿Has leído la Divina comedia?
Yo:
Leí la versión de Rojo de la Divina comedia. ¿Cuenta?
Javier-Caronte:
Más o menos. Pero en la versión del otro wey hay un pasaje del que vine a hablarte. Por eso traigo esta tina-trajinera.
Yo:
Ah, cabrón. ¿Y qué dice el pasaje, poeta?
Javier-Caronte:
Infierno XXXIII. Que tu cuerpo está habitado por un demonio y tu alma ya está abajo de la tierra, conmigo. Que ahora sí vas a saber quién soy. Y que me vas a contar todo lo que dijo el Rojo sobre mí.
Yo:
¿Y mi alma también está comiendo sopa de nopal?
Javier-Caronte:
Sí, pero está fría. Oye, otra cosa.
Yo:
¿Qué?
Javier-Caronte:
A nadie le importa cuál es el pinche vocativo en latín de Iessus y Messias.
Yo:
Está cabrón."