Qué peligrosos son los espejos
que se TRANSforman en pistolas en tu sien, verdat?
pues
resulta y resalta
que esta segunda fanfiction
es algo así...
Básicamente el autor de la misma:
me asesina...
CONTEXTO:
Dicta el irregular canon transmedia que partiendo de un núcleo
deberán ramificarse canales donde diferentes asuntos acontezcan.
Relacionados, claro, sin embargo independientes
de ese núcleo.
Esta novela llamada
cuenta ya con múltiples ramitas porosas
yendo y viniendo entre el concepto de lo cross-media y lo trans-media
(remixes, trasvases, transmutaciones, metaficciones)
He aquí
una ramita más:
LA DEL FAN_FICTION
en este blog
iré colgando
los escritos nacidos desde las provocaciones directas que la novela arriba mencionada lanza a cada rato al que entra en sus páginas pletóricas de transmedialidades vivas
Allá en la carpeta secreta llena de materiales
(audios desconcertantes, cartas del tarot javierráyico, un tango, una postdata apócrifa)
estoy llevando una bitácora también.
Pero a esa sólo se accede pagando el cover...
Descarguen la experiencia multi plataforma de esta mi primer novela
editada por Kodama Cartonera y seguimos leyéndonos-interactuando por acá.
Les dejo el segundo texto que expande el universo que osé conjurar
y ahora poco a poco cobra vida
y sale corriendo hacia otras latitudes de la existencia.
-rojo
Día normal [Parte 2, para Rojo Córdova].
Por Eduardo Lain
Normal las cosas que imagina un carnicero mientras viaja en metroNormal
vivo como quien aplasta hormigas caminando por el bosque, sin saber que mata hormigas,
sin saber que los tenis que traigo puestos en este instante cuestan vidas del otro lado del mundo y aquí mismo, en mis narices, a la vuelta de la esquina
y me cuesta mi vida también
mi vida de pisotones
a sueldo
—Tienes el agua hasta el cuello y todavía buscas quien te lave los pies—
Normal
que un diablo negro camine entre nosotros
y sea yo mismo
el que arroje la primera piedra
siempre
con tres frascos de dextrometorfano en los bolsillos del sobretodo
Normal quedarse viendo el aire entre las cosas y la violencia que hay en la cuna
de quienes arrastran con las mandíbulas trabadas el poder
de vomitar con fuerza, hiel, sobre el jardín, entre botellas medio vacías de Möet
pero me incluyo, porque soy normal
Normal, callarse la boca y aceptar
cualquier desgracia —¿no es así?—
adentro de la geta
Normal la perra triste dejada sin comer en la azotea, por días, hasta su muerte y la próxima perra que llega a reemplazarla, con los ojos desorbitados, a colmillos, temblando
morder la mano de quien te quita el pan de la boca y de quien no, es normal
ladrar al viento
Normal
las hojas secas de este otoño se quiebran
la cabeza, la proa, el motor, las hélices, las patas de araña, el puente de los lentes, el hoyo por donde respiran las ballenas, su caparazón, su "Espíritu Santo", y el hueso ilíaco, el sílex, la cuarta vértebra de la espina dorsal de una gacela que huye de un guepardo en estampida,
la garganta de Rojo Cordova fija en el nudo de la cuerda que se tensa,
desde una azotea en la Ciudad de México
imaginando canciones, sonsonetes, por qués
y la cuerda sigue su vertical, al infinito
qué qué, qué di
para aprender a volar, hay que dejarse caer
despacio
como hoja seca en este día de octubre por la tarde que se me escapa de las manos con todo y sus sombras alargadas, pero no importa, ¡qué va a importar! mirar a los ojos al sol como se mira a un asteroide en llamas y esperar a que el humo salga lentamente por cada orificio del cuerpo –ojos, boca, nariz, oídos, ano, sexo– y hacer erupción por la espalda, allí donde debían estar las alas ¡qué va! las hojas secas de este otoño sequi
ebran en el pavimento, es lo que digo, crujen bajo mis pies, sin retorno
qué qué, qué día es hoy
qué di
qué qué, qué día es hoy qué
qué qué qué qué qué qué qué qué qué qué
Normal
patas arriba la escalera al cielo y en cada grieta brota una navaja de afeitar
Normal
que alguien me mire a los ojos por casualidad o por destino y que se tope con pared es normal poseer un cuerpo con cada uno de sus dientes apretados, entre las coyunturas, paralítico y ver en el otro a un chimuelo con sus dientes en las manos riendo, puro desprecio mí, con las mandíbulas trabadas, tabique a tabique, encuadrado en cemento, es lo que digo, mientras me arrojas los molares a la cara
masticándome
diente a diente
pasas de mí, saliva
Normal
las hojas secas colgadas del viento se rompen el cuello
al caer, es lo que digo
normal y básico, cosa de todos los días, cursi incluso, las velas del cumpleaños derretidas, sobre el pastel, esperando
a alguien que nunca va a volver
año tras año
Normal desaparecer sin dejar rastro a media calle, entre una sonrisa y un te quiero cotidiano, sin nada de especial, más bien amargo cada instante luego, con lágrimas suspendidas en el viento, como hojas secas ¿te voy a encontrar, alguna vez, niña de mis ojos, hija de mi vida, dónde estás, adónde te llevo el viento, adónde fuistes a parar, polen?
Normal que cada cuerpo se aplaste entre estos muros de aire, donde las bocanadas
Normal la guerra
de Ucrania, en el patio de juegos,
del narco en las novelas,
de Mazinger Z contra las anémonas,
de Plantas vs Zombies
o la guerra interna, la de uno con sigo mismo
esa eterna competencia que no admite segundos lugares, ni cabe claudicar
entre café y café
otro bombazo explota en la franja de Gaza y mi cadera tiembla, se despedaza, mientras otra luciérnaga se extingue en Italia, entre los reflectores
Normal:
en la sonrisa de un recién nacido (cualquiera), sin saber, está contenida toda la amargura por venir