Don Andrés
(1906-2008)
Por Guillermo Córdova
El 7 de enero tuve un sueño.
Estaba dormido en la casa de mis abuelitos (allá en la Carrasco ). Había una reunión familiar, olía a comida, a arroz, a pollo… había niños jugando
(1906-2008)
Por Guillermo Córdova
El 7 de enero tuve un sueño.
Estaba dormido en la casa de mis abuelitos (allá en la Carrasco ). Había una reunión familiar, olía a comida, a arroz, a pollo… había niños jugando
(toda la bola de chavitos que son mis sobrinos y con los que no he cruzado una palabra)
y también estaba Andrés Henestrosa sentado en el sillón en el que luego se sienta mi abuelo.
Estaba muy en paz; con su guayabera blanca y sus pantalones grises observando primero la calle a través de la ventana con las cortinas abiertas, y luego, al girar lentamente la cabeza, el altar que recibe al visitante que entra a la casa.
Desperté.
Voy llegando a mi casa tres días después.
Mi tocayo Adrián me dejó plantado (otra vez). Me inquietó un tanto lo que me dijo cuando le hablé para decirle
-¡¿Tons qué onda?! ¡¿Onde andas?!
-Tocayo, discúlpame, por favor, es que Andrés se puso muy mal y estamos todos acá con él…
-…No tocayo, cómo crees, no te preocupes….
-Pero tocayo, otra cosa, por favor no vayas a decir nada. Ten mucha discreción.
-Aaaaa…sí, bueno, claro, claro, tocayo. Tú, cuídate mucho, ya luego te hablo.
-Memo, acaban de decir en las noticias que el abuelo de tu amigo Adrián acaba de morir –me dice mi má agarrándome de las manos.
Palacio de Bellas Artes,
Estaba muy en paz; con su guayabera blanca y sus pantalones grises observando primero la calle a través de la ventana con las cortinas abiertas, y luego, al girar lentamente la cabeza, el altar que recibe al visitante que entra a la casa.
Desperté.
Voy llegando a mi casa tres días después.
Mi tocayo Adrián me dejó plantado (otra vez). Me inquietó un tanto lo que me dijo cuando le hablé para decirle
-¡¿Tons qué onda?! ¡¿Onde andas?!
-Tocayo, discúlpame, por favor, es que Andrés se puso muy mal y estamos todos acá con él…
-…No tocayo, cómo crees, no te preocupes….
-Pero tocayo, otra cosa, por favor no vayas a decir nada. Ten mucha discreción.
-Aaaaa…sí, bueno, claro, claro, tocayo. Tú, cuídate mucho, ya luego te hablo.
-Memo, acaban de decir en las noticias que el abuelo de tu amigo Adrián acaba de morir –me dice mi má agarrándome de las manos.
Palacio de Bellas Artes,
creo que eran como la una p.m. del otro día.
PUM PUM PUM PUM
PUM PUM PUM PUM
hace mi corazón al entrar al pastelote de mármol ese.
Nunca había estado en un entierro tan lleno de gente y de cámaras.
Una foto enorme del nacido en Ixhuatán al centro del primer descanso de la escalinata central. Cuatro o cinco coronas mortuorias. Pasarán a hacer guardia Juan Ramón de la Fuente , Jacobo Zabludowsky, Ali Chumacero que además dirá unas palabras
Nunca había estado en un entierro tan lleno de gente y de cámaras.
Una foto enorme del nacido en Ixhuatán al centro del primer descanso de la escalinata central. Cuatro o cinco coronas mortuorias. Pasarán a hacer guardia Juan Ramón de la Fuente , Jacobo Zabludowsky, Ali Chumacero que además dirá unas palabras
(Orita que nos llevemos de regreso al buen Andrés a Gayoso, me limpian bien el perímetro, ¿eh? Que ya merito voy yo).
Pero antes de que prendan las cámaras, que Jorge Volpi hable maravillas sobre el maestro (ante los micrófonos de su canal) y que Sergio Vela se equivoque al presentar al ilustre y único orador del día: Alí Chumacero. Yo me voy colando cada vez más a la zona VIP del funeral, no vaya a ser que al rato den portazo todos los fans del oaxaqueño, y no, para qué quieren.
Por todo lo alto irrumpe “Tongolele” al pastelote este (todos los reporteros van sobres). Pasa un rato y a partir de ese momento no me despegué de la Yolanda Montes “Tongolele”, ah pero qué ojazos, qué bárbara. ¡Ay, ya entró la caja! El palacio retumba de aplausos y metales del istmo; comienza a cantar Susana Harp vestida de tehuana. Encabezando el recorrido rumbo a las coronas van al menos tres tehuanas más, la principal es doña Cibeles Henestrosa, que ya desde hace tiempo, según nos contó, estaba esperando que el deceso aconteciera ya de un día para otro; el buen Andrés ya estaba en las últimas, ya casi no comía, ni se levantaba de la cama
Por todo lo alto irrumpe “Tongolele” al pastelote este (todos los reporteros van sobres). Pasa un rato y a partir de ese momento no me despegué de la Yolanda Montes “Tongolele”, ah pero qué ojazos, qué bárbara. ¡Ay, ya entró la caja! El palacio retumba de aplausos y metales del istmo; comienza a cantar Susana Harp vestida de tehuana. Encabezando el recorrido rumbo a las coronas van al menos tres tehuanas más, la principal es doña Cibeles Henestrosa, que ya desde hace tiempo, según nos contó, estaba esperando que el deceso aconteciera ya de un día para otro; el buen Andrés ya estaba en las últimas, ya casi no comía, ni se levantaba de la cama
(Cibeles, cuando me muera seguro van a querer llevar mi cuerpo a Oaxaca, pero no los dejes…yo quiero que me entierren en el Panteón Francés con Alpha [madre de Cibeles]).
Tocayo, qué miedo me daba tu abuelo desde que nos contaste que, infaliblemente, persona que hablara sobre La Muerte con él, persona que a las dos semanas moría.
Tocayo, qué miedo me daba tu abuelo desde que nos contaste que, infaliblemente, persona que hablara sobre La Muerte con él, persona que a las dos semanas moría.
Todos en tu familia lo sabían. De hecho fueron 15 temerarios parlanchines los que lo comprobaron. El último fue Salvador Novo.
Ya estaba apunto de retar a Tongolele a un duelo de rumba cuando de repente… por una de las puertas laterales de la escalinata central va entrando con todo y escolta el chaparrito Calderón, saludó a la concurrencia muy sobriamente (creo que incluso nos echó la bendición, pero como que el respetable público no lo tomó muy en gracia). Montó la primera guardia de honor junto a doña Cibeles (que al saludarlo lo estrujo bien fuerte, pero bien fuerte, casi le agarra la nalga…Margarita le riñó al final de dicho apretoncito, no nos hagamos, todos lo vimos (broma, broma)).
Ya estaba apunto de retar a Tongolele a un duelo de rumba cuando de repente… por una de las puertas laterales de la escalinata central va entrando con todo y escolta el chaparrito Calderón, saludó a la concurrencia muy sobriamente (creo que incluso nos echó la bendición, pero como que el respetable público no lo tomó muy en gracia). Montó la primera guardia de honor junto a doña Cibeles (que al saludarlo lo estrujo bien fuerte, pero bien fuerte, casi le agarra la nalga…Margarita le riñó al final de dicho apretoncito, no nos hagamos, todos lo vimos (broma, broma)).
Dios mío, la primera guardia es una imagen que jamás se borrará de mi memoria…Ambos impertérritos, políticamente correctos, Cibeles destrozada en el fondo…y desde que arribó el Calderas la lluvia de flashes…la lluvia de flashes
(no sé por qué asocié esa imagen en ese momento con un fotograma de El Padrino).
Felipillo no estuvo más de cinco minutos en el recinto. Al salir, me llamó mucho la atención cierta actitud festiva de Sergio Vela que venía detrás de la comitiva presidencial
(¡Seguro les estaba diciendo a su acompañante: Mana, orita te enseño las súper fotos que me tomé en la última ronda de viajes que acabo de hacer por el mundooo!)
Claude Beausoleil: Guillermo, si un presidente va a tu funeral, eso quiere decir que no fuiste muy revolucionario que digamos, tú me entiendes…
Guillermo Córdova: (aparte) Igual y no muy revolucionario a secas, ¡pero revolucionario institucional sí, mi Claude!
Siguieron tocando y cantando alrededor de una hora más. Los fotógrafos subían al primer piso para sacar la foto. (Una de ellas, todavía la veo y me produce vértigo…salió en el Excelsior, captura en una gran toma cenital a todos los dolientes, las coronas, a Susana, a la cuarta o quinta guardia y a un rojazo servidor al extremo izquierdo con una mano en la barbilla…piense que piense….).
Me senté en una escalinata por donde los reporteros estaban muy apurados en subir, se oían los metales, seguían entrando los curiosos. Ya le había dado su abrazo a mi tocayo, ya había escuchado que alguien decía: después de Juárez, no ha pisado Oaxaca hombre más ilustre que Adrián Henestrosa.
Claude Beausoleil: Guillermo, si un presidente va a tu funeral, eso quiere decir que no fuiste muy revolucionario que digamos, tú me entiendes…
Guillermo Córdova: (aparte) Igual y no muy revolucionario a secas, ¡pero revolucionario institucional sí, mi Claude!
Siguieron tocando y cantando alrededor de una hora más. Los fotógrafos subían al primer piso para sacar la foto. (Una de ellas, todavía la veo y me produce vértigo…salió en el Excelsior, captura en una gran toma cenital a todos los dolientes, las coronas, a Susana, a la cuarta o quinta guardia y a un rojazo servidor al extremo izquierdo con una mano en la barbilla…piense que piense….).
Me senté en una escalinata por donde los reporteros estaban muy apurados en subir, se oían los metales, seguían entrando los curiosos. Ya le había dado su abrazo a mi tocayo, ya había escuchado que alguien decía: después de Juárez, no ha pisado Oaxaca hombre más ilustre que Adrián Henestrosa.
Por cierto, Estaba por ahí también el muy querido Ulises Ruiz, aún gobernador y Peña Nieto si no mal recuerdo, mmm. Pero yo no dejaba de mirar la librería del Palacio (solita, solita…casi vacía).
Al salir me percaté de que entre los asistentes se encontraba el que un día después sería nombrado nuevo director del Festival Internacional Cervantino (un tal Kleindorf). Le di un abrazo a doña Cibeles camino a su coche…..
Al salir me percaté de que entre los asistentes se encontraba el que un día después sería nombrado nuevo director del Festival Internacional Cervantino (un tal Kleindorf). Le di un abrazo a doña Cibeles camino a su coche…..
Dos días después le fui a dar su abrazo a mi amiga Mónica: estaba celebrando su cumpleaños…. (risas) ¿Se han dado cuenta? Cuando los pechos se juntan en el abrazo (en el abrazo de a de veras, me refiero)…. es como una especie de ‘oye, mira, siente este corazón que late, está latiendo igual que el tuyo, tú aún no te vas, tú todavía estás aquí, sigue adelante’ (risas). El día que uno celebra su nacimiento y el día en que uno se muere el abrazo no puede faltar. A qué famoso caballero, don Abrazo. (Risas)
Serían como la 1 y media o dos de la tarde. Simplemente no sabía adónde ir. Camino a Gandhi alguien dijo: Mira, mucha gente de negro afuera de Bellas Artes…alguna celebridad se habrá muerto.
Desde antes del deceso y hasta ahora había leído ya artículos y poemas de don Andrés, y… uno puede sentirlo fácilmente: a pesar de ser un profesional de la escritura, su fuerte era la oralidad, y lo malo es que la genialidad que se decanta de esa manera no se puede agarrar así nomás: es como tratar de agarrar colibríes hechos de sol. Ese registro, esas maravillas irrepetibles (todas las palabras que dijo Andrés) vivirán en la memoria de los que lo conocieron. Ese Andrés, el oral, seguirá nutriéndose con las palabras de todos los que lo recordemos.
….Qué curioso, después de todo, tu abuelo, Adrián, regresa a hundirse en el canto que toda su vida profesó (ese canto que de tan inasible solo puede plasmarse en la memoria).
No nos extrañemos pues, si dentro de un tiempo Andrés queda fundido con todos los mitos que recopilaba y que le chapoteaban muy felices en las venas. No nos extrañemos si dentro de un tiempo nos lo encontramos pintado muy a gusto con su sombrero en el fresco vivo de
Serían como la 1 y media o dos de la tarde. Simplemente no sabía adónde ir. Camino a Gandhi alguien dijo: Mira, mucha gente de negro afuera de Bellas Artes…alguna celebridad se habrá muerto.
Desde antes del deceso y hasta ahora había leído ya artículos y poemas de don Andrés, y… uno puede sentirlo fácilmente: a pesar de ser un profesional de la escritura, su fuerte era la oralidad, y lo malo es que la genialidad que se decanta de esa manera no se puede agarrar así nomás: es como tratar de agarrar colibríes hechos de sol. Ese registro, esas maravillas irrepetibles (todas las palabras que dijo Andrés) vivirán en la memoria de los que lo conocieron. Ese Andrés, el oral, seguirá nutriéndose con las palabras de todos los que lo recordemos.
….Qué curioso, después de todo, tu abuelo, Adrián, regresa a hundirse en el canto que toda su vida profesó (ese canto que de tan inasible solo puede plasmarse en la memoria).
No nos extrañemos pues, si dentro de un tiempo Andrés queda fundido con todos los mitos que recopilaba y que le chapoteaban muy felices en las venas. No nos extrañemos si dentro de un tiempo nos lo encontramos pintado muy a gusto con su sombrero en el fresco vivo de
Los hombres que dispersó la danza.
Salud y hasta siempre, maestro Henestrosa
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